domingo, 11 de noviembre de 2018

ZACUALPAN DE AMILPAS. La magia del “truequear” y turistear en el nororiente de Morelos.





Del concepto de la magia.

Definir en un contexto universal el término no es tarea fácil, a través del devenir de la historia se le ha asociado con prácticas oscuras y en contra de la religión, la magia en época medieval estuvo ligada a la hechicería, por tanto ésta se relacionaba más bien con prácticas de brujos o hechiceros.

Mucho más adelante ya en la época moderna el concepto de la magia cambia y adquiere un nuevo uso y protagonismo, se convierte en la esencia de lo asombroso y espectacular, esto deviene en un sentido de la atracción de masas, donde la gente busca nuevos espectáculos increíbles al ojo humano, los magos (hábiles embajadores de la magia) comienzan a producir y a diseñar espectáculos cargados de lo increíble, rayando en la fascinación, esto se traslada más adelante a la magia que los propios objetos (ya no los magos) tienen como virtudes para la fascinación y el encanto; la magia ha evolucionado a grado tal que hoy en día se considera una virtud de un personaje, un objeto o un elemento o elementos incluso entre lo natural y/o cultural.

En la actualidad al escuchar hablar de magia el concepto nos remite a lo sobresaliente, a lo exuberante e irreal que los propios ojos no pueden creer, se induce a percibir un mundo perfecto donde las actividades cotidianas rebasan lo humanamente posible para convertirse en el ideal de un pueblo, de lo colectivo a lo individual y viceversa.

En la actualidad al visitar un “pueblo mágico” en México obliga al individuo a construir o reconstruir una interpretación de lo sublime; en el imaginario colectivo la magia no existe pero se percibe, emana de una expresión humana. “La magia debería poder recorrer la más amplia combinación de situaciones excepcionales, en el sentir físico y en el pensamiento del quehacer cotidiano de un pueblo o región”. (BUENO, 2014).

El pueblo de Zacualpan de amilpas en los límites al oriente de estado de Morelos colinda con el estado de Puebla y los municipios de Tetela del volcán, Temoac, Ocuituco y Yecapixtla; a pesar de que la región tiene expresiones culturales y paisaje natural y cultural sumamente intenso, Zacualpan de amilpas puede considerarse el centro neurálgico de la región por una sola actividad que involucra cada domingo a la gran mayoría de los habitantes de esta región: la jornada dominical del trueque y tianguis, práctica ancestral según cronistas de la población que datan del 700 a. C. 

Para vivir el trueque que tiene generalmente un horario de 06:00 a 12:00 del mediodía, se tiene que llegar mucho antes, alrededor de las cinco de la mañana. Por lo general las mañanas son frías por el viento fresco que corre desde las faldas del volcán Popocatépetl, a esa hora inicia un ritual de cómo y dónde elegir el lugar para tender la manta y los productos de intercambio, existen códigos entre los habitantes y los que vienen de otros pueblos cercanos, se miran y entienden como están organizándose. La gran mayoría de participantes en un sistema de intercambio como este, van y vienen alrededor de una calle importante y un espacio no muy grande, que no llega a ser una plaza como tal, al cabo de pocos minutos la gran mayoría se ubica e inicia su acomodo de mercancía, esta práctica “cotidiana” tiene vínculos desde la época prehispánica con el tianguis que proviene de la palabra náhuatl “Tianquiztli” una práctica mesoamericana que en la actualidad sigue incentivándose entre pueblos y colonias de todo México.

El trueque no es una actividad tan sencilla como se ve por la mayoría, es por lo general una práctica sumamente compleja y llena de misticismo, la magia va implícita en el tener y querer intercambiar, se acepta a cualquiera que desee “truequear” sin embargo existe también un sistema de intercambio que tiene que ver con necesidad, volumen y calidad del producto; los pobladores de Zacualpan y de la región circundante entienden y practican estos códigos de intercambio, algún visitante ajeno a estos códigos puede intercambiar también con toda confianza, sin embargo puede resultar para los no nativos mucho más placentero el hecho de intercambiar que el producto en sí. La magia se da por dos vertientes: a).- El sistema de intercambio con un conocimiento ancestral entre pobladores principalmente por la necesidad de un producto y/o un objeto y b).-El intercambio entre un poblador y un visitante nacional o extranjero ávido de experimentar y ser aceptado con su producto; son sensaciones complejas, que involucran el saberse presente y saberse aceptado, saberse utilitario con su producto de intercambio, aunado a ello se lleva una grata sensación de llevarse un reconocimiento por parte de su “truequeador”.

Domingo a Domingo el trueque se da sin interrupción, es un ritual que pervive y será muy difícil que deje de desaparecer, se vuelve una cotidianidad, casi como ir a misa cada domingo, por ello existen tres componentes básicos en la expresión cultural de los pueblos del nororiente de Morelos incluyendo Zacualpan: El trueque, el tianguis y la misa tradicional de cada domingo (generalmente la de antes del medio día es cuando cierra el trueque). En el trueque se pueden encontrar productos comestibles como  frijol, maíz, manteca, huevos, pollos, pan, leche, mantequilla, quesos, tomates, jitomates, calabazas, chiles, manzanas, guajes, duraznos, limones, aguacates, hierbas medicinales, también productos de alfarería como jarros, cazuelas, pozuelos, platos, etc; incluso animales tales como gallinas ponedoras, guajolotes, güilotas, marranitos, chivos, borregos, otros optan por llevar ropa, lo más buscado son las gruesas cobijas para el frío de los vecinos que bajan de Hueyapan o de Tetela del volcán que son aquellas zonas de la montaña, junto al volcán.


Zacualpan tiene magia, desde sus actividades ancestrales hasta las que se componen o nacen del sincretismo religioso. Zacualpan es un espacio urbano y arquitectónico interesante desde el punto de vista de los pueblos coloniales, su traza urbana en el primer cuadro tiene las reminiscencias del trazo de damero que se va descomponiendo en calles que seguramente eran veredas y calzadas desde la época prehispánica, su arquitectura de tierra mezclada con colores coloniales en ciertos hitos realzados estratégicamente le dan un toque especial, la arquitectura es colonial, representativa de la región, con elementos de estilo neoclásico, elementos que también realzan a su ex convento de la inmaculada concepción, declarado patrimonio de la humanidad en 1994 junto con otros 13 edificios religiosos en la zona. La excepcionalidad y majestuosidad del recinto religioso se enmarca con su cúpula al lado norte que alberga la capilla del rosario, así como su monumental puerta principal tallada en madera con motivos florales que combinan la pintura al óleo con adornos de laminilla de plata, aunado a una abundante guía de vid de la cual se desprenden racimos de uvas, única en su tipo y original del siglo XVIII que hace juego con el órgano de fina talla de estilo barroco en la nave del coro; es así que Zacualpan segrega por cada poro  de la piel la magia en sus expresiones, la magia en su patrimonio tanto material como inmaterial.

Zacualpan ofrece experiencias culturales que no son fáciles de encontrar en otros pueblos de la región, el aguardiente de caña de la región también por manos expertas, familias de artesanos que se han heredado los secretos y conocimientos en la elaboración de licor de grandes cualidades y gran calidad, las bebidas preparadas con frutas, el famoso brebaje conocido como tejuino y otros licores a base de aromas y sabores frutales junto con el tradicional mole verde de pepita y los tamales de ceniza cohesionan uno de los elementos de cocina regional más interesantes para degustar en el pueblo junto con el trato amable y “dicharachero” de sus habitantes.

El paisaje natural que rodea al centro de población tiene connotaciones culturales ancestrales, las montañas están cargadas de simbolismos míticos esbozados en la pintura mural de los gruesos muros del ex convento, el paisaje natural se entrelaza con el paisaje cultural que ha compuesto el habitante con sus manos, hasta lograr un espacio placentero, lleno de misticismo y magia que no debe dejar de reconocerse, las mañanas son placenteras respirando el aire puro que baja desde las faldas del volcán Popocatépetl las tardes son extravagantes al respirar la fragancia de sus flores y sus árboles frutales en alguno de los miles de huertos de su casas.

Desde Zacualpan se orquesta el devenir ancestral de la práctica cultural de los pueblos de la región, es por ello que Zacualpan es magia, es expresión y es tradición no solo para los Morelenses, sino también para todos los mexicanos y para todos los amantes de lo exuberante, mágico y exquisito, que encontraran en este pueblo milenario.

Pepe y Anita vienen desde Málaga, España, su viaje tiene un solo propósito: experimentar como turistas una actividad extravagante, han escuchado hablar del trueque en un pueblo al sur de la capital mexicana, el pueblo se llama Zacualpan de amilpas cerca de Cuernavaca, Capital del Estado de Morelos; han leído que esta práctica se da desde las antiguas culturas prehispánicas hace más de 2700 años, y su idea es visitarlo, observarlo y en cierta medida participar, traen consigo dulce de turrón español y juguetes de artesanía española, además de algunas mantas de marruecos, especiales para el frio, llegan sin ningún problema, de Cuernavaca enlazaron su viaje a Cuautla y de ahí tomaron un “bus” hacia el crucero de Amayuca, después se subieron a un taxi colectivo, con un personaje elocuente y sabio de las tradiciones de su pueblo, los llevo hasta el sitio mismo del trueque en una mañana fresca, distinta a las mañanas cálidas y húmedas de Málaga en la costa mediterránea, Anita se impregnó de un vigor y un furor producto del aire puro que le oxigeno los pulmones con los vientos de Don Goyo tan solo por caminar unas cuadras en una madrugada de cualquier Domingo. Quedaron pasmados, en primer lugar por la configuración tan tradicional mexicana del pueblo, en segundo por la cordialidad y la prestancia de sus habitantes y en tercero quedaron fascinados por el sistema de trueque: Anita se llevó unos platos y unas cazuelas trabajadas por artesanos del pueblo de Tlacotepec, además de comer aguacate a más no poder, que según ella parecía de mantequilla. Pepe un amante de la producción agrícola en huertos familiares, se llevó unos aperos de labranza, para complementar su colección particular en su casa de veraneo en Francia, ambos se fueron fascinados con el México profundo que descubrieron en un lugar escondido, pero con mucha magia y energía. Pasajes como estos seguramente se recogen domingo a domingo con los turistas ávidos de nuevas experiencias en sitios con “magia” en un México tan distinto al imaginado.


Zacualpan de Amilpas es magia!!!

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