Del
concepto de la magia.
Definir en un
contexto universal el término no es tarea fácil, a través del devenir de la
historia se le ha asociado con prácticas oscuras y en contra de la religión, la
magia en época medieval estuvo ligada a la hechicería, por tanto ésta se
relacionaba más bien con prácticas de brujos o hechiceros.
Mucho más
adelante ya en la época moderna el concepto de la magia cambia y adquiere un
nuevo uso y protagonismo, se convierte en la esencia de lo asombroso y
espectacular, esto deviene en un sentido de la atracción de masas, donde la
gente busca nuevos espectáculos increíbles al ojo humano, los magos (hábiles
embajadores de la magia) comienzan a producir y a diseñar espectáculos cargados
de lo increíble, rayando en la fascinación, esto se traslada más adelante a la
magia que los propios objetos (ya no los magos) tienen como virtudes para la
fascinación y el encanto; la magia ha evolucionado a grado tal que hoy en día
se considera una virtud de un personaje, un objeto o un elemento o elementos
incluso entre lo natural y/o cultural.
En la
actualidad al escuchar hablar de magia el concepto nos remite a lo
sobresaliente, a lo exuberante e irreal que los propios ojos no pueden creer,
se induce a percibir un mundo perfecto donde las actividades cotidianas rebasan
lo humanamente posible para convertirse en el ideal de un pueblo, de lo
colectivo a lo individual y viceversa.
En la actualidad al visitar un “pueblo mágico” en México
obliga al individuo a construir o reconstruir una interpretación de lo sublime;
en el imaginario colectivo la magia no existe pero se percibe, emana de una expresión
humana. “La magia debería poder recorrer la más amplia combinación de
situaciones excepcionales, en el sentir físico y en el pensamiento del quehacer
cotidiano de un pueblo o región”. (BUENO, 2014).
El pueblo de Zacualpan de amilpas en los límites al oriente
de estado de Morelos colinda con el estado de Puebla y los municipios de Tetela
del volcán, Temoac, Ocuituco y Yecapixtla; a pesar de que la región tiene
expresiones culturales y paisaje natural y cultural sumamente intenso,
Zacualpan de amilpas puede considerarse el centro neurálgico de la región por
una sola actividad que involucra cada domingo a la gran mayoría de los
habitantes de esta región: la jornada dominical del trueque y tianguis,
práctica ancestral según cronistas de la población que datan del 700 a. C.
Para vivir el
trueque que tiene generalmente un horario de 06:00 a 12:00 del mediodía, se
tiene que llegar mucho antes, alrededor de las cinco de la mañana. Por lo
general las mañanas son frías por el viento fresco que corre desde las faldas del
volcán Popocatépetl, a esa hora inicia un ritual de cómo y dónde elegir el
lugar para tender la manta y los productos de intercambio, existen códigos
entre los habitantes y los que vienen de otros pueblos cercanos, se miran y
entienden como están organizándose. La gran mayoría de participantes en un
sistema de intercambio como este, van y vienen alrededor de una calle
importante y un espacio no muy grande, que no llega a ser una plaza como tal,
al cabo de pocos minutos la gran mayoría se ubica e inicia su acomodo de mercancía,
esta práctica “cotidiana” tiene vínculos desde la época prehispánica con el
tianguis que proviene de la palabra náhuatl “Tianquiztli” una
práctica mesoamericana que en la actualidad sigue incentivándose entre pueblos
y colonias de todo México.
El trueque no es una
actividad tan sencilla como se ve por la mayoría, es por lo general una
práctica sumamente compleja y llena de misticismo, la magia va implícita en el
tener y querer intercambiar, se acepta a cualquiera que desee “truequear” sin
embargo existe también un sistema de intercambio que tiene que ver con necesidad,
volumen y calidad del producto; los pobladores de Zacualpan y de la región
circundante entienden y practican estos códigos de intercambio, algún visitante
ajeno a estos códigos puede intercambiar también con toda confianza, sin
embargo puede resultar para los no nativos mucho más placentero el hecho de
intercambiar que el producto en sí. La magia se da por dos vertientes: a).- El
sistema de intercambio con un conocimiento ancestral entre pobladores
principalmente por la necesidad de un producto y/o un objeto y b).-El
intercambio entre un poblador y un visitante nacional o extranjero ávido de
experimentar y ser aceptado con su producto; son sensaciones complejas, que
involucran el saberse presente y saberse aceptado, saberse utilitario con su
producto de intercambio, aunado a ello se lleva una grata sensación de llevarse
un reconocimiento por parte de su “truequeador”.
Domingo a Domingo el
trueque se da sin interrupción, es un ritual que pervive y será muy difícil que
deje de desaparecer, se vuelve una cotidianidad, casi como ir a misa cada
domingo, por ello existen tres componentes básicos en la expresión cultural de
los pueblos del nororiente de Morelos incluyendo Zacualpan: El trueque, el
tianguis y la misa tradicional de cada domingo (generalmente la de antes del
medio día es cuando cierra el trueque). En el trueque se pueden encontrar
productos comestibles como frijol, maíz,
manteca, huevos, pollos, pan, leche, mantequilla, quesos, tomates, jitomates,
calabazas, chiles, manzanas, guajes, duraznos, limones, aguacates, hierbas
medicinales, también productos de alfarería como jarros, cazuelas, pozuelos,
platos, etc; incluso animales tales como gallinas ponedoras, guajolotes,
güilotas, marranitos, chivos, borregos, otros optan por llevar ropa, lo más buscado
son las gruesas cobijas para el frío de los vecinos que bajan de Hueyapan o de
Tetela del volcán que son aquellas zonas de la montaña, junto al volcán.
Zacualpan tiene magia,
desde sus actividades ancestrales hasta las que se componen o nacen del
sincretismo religioso. Zacualpan es un espacio urbano y arquitectónico
interesante desde el punto de vista de los pueblos coloniales, su traza urbana
en el primer cuadro tiene las reminiscencias del trazo de damero que se va
descomponiendo en calles que seguramente eran veredas y calzadas desde la época
prehispánica, su arquitectura de tierra mezclada con colores coloniales en
ciertos hitos realzados estratégicamente le dan un toque especial, la
arquitectura es colonial, representativa de la región, con elementos de estilo
neoclásico, elementos que también realzan a su ex convento de la inmaculada
concepción, declarado patrimonio de la humanidad en 1994 junto con otros 13
edificios religiosos en la zona. La excepcionalidad y majestuosidad del recinto
religioso se enmarca con su cúpula al lado norte que alberga la capilla del
rosario, así como su monumental puerta principal tallada en madera con motivos
florales que combinan la pintura al óleo con adornos de laminilla de plata,
aunado a una abundante guía de vid de la cual se desprenden racimos de uvas, única
en su tipo y original del siglo XVIII que hace juego con el órgano de fina talla
de estilo barroco en la nave del coro; es así que Zacualpan segrega por cada
poro de la piel la magia en sus
expresiones, la magia en su patrimonio tanto material como inmaterial.
Zacualpan ofrece
experiencias culturales que no son fáciles de encontrar en otros pueblos de la
región, el aguardiente de caña de la región también por manos expertas,
familias de artesanos que se han heredado los secretos y conocimientos en la
elaboración de licor de grandes cualidades y gran calidad, las bebidas
preparadas con frutas, el famoso brebaje conocido como tejuino y otros licores a base de aromas y sabores frutales junto
con el tradicional mole verde de pepita y los tamales de ceniza cohesionan uno
de los elementos de cocina regional más interesantes para degustar en el pueblo
junto con el trato amable y “dicharachero” de sus habitantes.
El paisaje natural que
rodea al centro de población tiene connotaciones culturales ancestrales, las
montañas están cargadas de simbolismos míticos esbozados en la pintura mural de
los gruesos muros del ex convento, el paisaje natural se entrelaza con el
paisaje cultural que ha compuesto el habitante con sus manos, hasta lograr un
espacio placentero, lleno de misticismo y magia que no debe dejar de
reconocerse, las mañanas son placenteras respirando el aire puro que baja desde
las faldas del volcán Popocatépetl las tardes son extravagantes al respirar la
fragancia de sus flores y sus árboles frutales en alguno de los miles de
huertos de su casas.
Desde Zacualpan se
orquesta el devenir ancestral de la práctica cultural de los pueblos de la
región, es por ello que Zacualpan es magia, es expresión y es tradición no solo
para los Morelenses, sino también para todos los mexicanos y para todos los
amantes de lo exuberante, mágico y exquisito, que encontraran en este pueblo
milenario.
Pepe y Anita vienen
desde Málaga, España, su viaje tiene un solo propósito: experimentar como
turistas una actividad extravagante, han escuchado hablar del trueque en un
pueblo al sur de la capital mexicana, el pueblo se llama Zacualpan de amilpas
cerca de Cuernavaca, Capital del Estado de Morelos; han leído que esta práctica
se da desde las antiguas culturas prehispánicas hace más de 2700 años, y su
idea es visitarlo, observarlo y en cierta medida participar, traen consigo
dulce de turrón español y juguetes de artesanía española, además de algunas
mantas de marruecos, especiales para el frio, llegan sin ningún problema, de
Cuernavaca enlazaron su viaje a Cuautla y de ahí tomaron un “bus” hacia el
crucero de Amayuca, después se subieron a un taxi colectivo, con un personaje
elocuente y sabio de las tradiciones de su pueblo, los llevo hasta el sitio
mismo del trueque en una mañana fresca, distinta a las mañanas cálidas y
húmedas de Málaga en la costa mediterránea, Anita se impregnó de un vigor y un
furor producto del aire puro que le oxigeno los pulmones con los vientos de Don
Goyo tan solo por caminar unas cuadras en una madrugada de cualquier Domingo.
Quedaron pasmados, en primer lugar por la configuración tan tradicional
mexicana del pueblo, en segundo por la cordialidad y la prestancia de sus
habitantes y en tercero quedaron fascinados por el sistema de trueque: Anita se
llevó unos platos y unas cazuelas trabajadas por artesanos del pueblo de
Tlacotepec, además de comer aguacate a más no poder, que según ella parecía de
mantequilla. Pepe un amante de la producción agrícola en huertos familiares, se
llevó unos aperos de labranza, para complementar su colección particular en su
casa de veraneo en Francia, ambos se fueron fascinados con el México profundo
que descubrieron en un lugar escondido, pero con mucha magia y energía. Pasajes
como estos seguramente se recogen domingo a domingo con los turistas ávidos de
nuevas experiencias en sitios con “magia” en un México tan distinto al
imaginado.
Zacualpan de Amilpas es magia!!!
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